miércoles, 20 de junio de 2007

Un domingo cualquiera

Porque las plazas no se hicieron para los drogados.
Una multitud de lágrimas que se alejan por mi mejilla.

Inútiles tardes, noche sin sentido deambulando en la niebla.

La cara desfigurada de tanto repetir el gesto, la máscara;

el engaño de otro día y los mismos fantasmas.


Acurrucarse en un abrazo falso, un rostro sin ojos
y el murmullo repetido de las hojas en la vereda.
Saber la hipotenusa del sueño, y no resistirse a sentir
cómo vuelve el alma al cuerpo
sólo por un momento.

Todo lo que me ha costado perderme, hasta encontrarte.
En una esquina cualquiera estabas tejiendo sombras,
mariposa desesperada, consumida en la espera.

Un hábito propio del rocío y de tus manos que se alejan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya te lo dije hace unos días...

Sensaciones compartidas... casi todas ... y tus manos que se alejan... como todo se aleja alguna vez.

:)

Anónimo dijo...

Mortadela, yo coincido con las manos que se alejan, tambien. Nada es para siempre. Aunque a veces uno se convierta en el hombre/mujer elastico, y dure un rato mas.