Una multitud de lágrimas que se alejan por mi mejilla.
Inútiles tardes, noche sin sentido deambulando en la niebla.
La cara desfigurada de tanto repetir el gesto, la máscara;
el engaño de otro día y los mismos fantasmas.
Acurrucarse en un abrazo falso, un rostro sin ojos
y el murmullo repetido de las hojas en la vereda.
Saber la hipotenusa del sueño, y no resistirse a sentir
cómo vuelve el alma al cuerpo
sólo por un momento.
En una esquina cualquiera estabas tejiendo sombras,
mariposa desesperada, consumida en la espera.
Un hábito propio del rocío y de tus manos que se alejan.
2 comentarios:
Ya te lo dije hace unos días...
Sensaciones compartidas... casi todas ... y tus manos que se alejan... como todo se aleja alguna vez.
:)
Mortadela, yo coincido con las manos que se alejan, tambien. Nada es para siempre. Aunque a veces uno se convierta en el hombre/mujer elastico, y dure un rato mas.
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