miércoles, 28 de mayo de 2008

Recién

recién mientras el viento me cortaba la cara pensaba en vos
y recordar tus labios me sumergía en el laberinto azul que llaman sueños.
yo que estaba tan lleno de soledades dispersas,
de muros de ciudades.
del gusto a oxidado que tienen las tristezas viejas y el desengaño.
pero viniste vos
y me abriste la puerta.

domingo, 25 de mayo de 2008

Es el tiempo

Nos gustan las repeticiones. En un parecido. Unos aros. Un par de ojos. Un nombre inevitable.
Y mientras tanto, la ciudad late bajo nuestro, como un inmenso pulmón ignorado.
Late en besos y silencios y mediasombras inútiles.
Late a pesar de que se rompa la magia como una tela de araña entre mis dedos amarillos y con olor a tabaco.
Acaso tu perfume.
Acaso el vapor del vino en mi mirada cansada.
Y sin embargo... Sin embargo es siempre el tiempo mordiéndome los talones. Arrancándome sonrisas a fuerza de enterrarme vivo en cada minuto que pasa.

jueves, 15 de mayo de 2008

Entre los dedos de Mayo

Era la noche
toda partida de silencio
Y de tu ausencia en el teléfono.
Las horas,
esa masa gelatinosa y escurridiza
se resbalaba por la pared.
Mis ojos en vano intentaban encontrarte
mirando por la ventana a lo lejos.

Arrabal último,
descenso inclemente a la penumbra de tu abrazo.
Mujer, ya te me vuelves humo
entre los dedos de Mayo.

viernes, 9 de mayo de 2008

Este caminar que tengo (Zamba)

Entre las sombras se agita
el ruido triste de una flor.
Cálida de estrellas tirita
la noche en su resplandor.

Yo sentí el peso de ausencia
ayer por primera vez.
Cabalgando un lento ricuerdo
que no se anima a correr.

Con este caminar que tengo
me ha costau el alma entera
pa' que la copla amarga que traigo
se salga al fin pa' juera.

Cuando me pongo a pensar
en las cosas que he vivido
agradezco a mi destino
de eterno caminador.

Hallar la paz en la huella
que se va dejando atrás.
El sol me grita "adelante!"
y ansí me pongo a rodar.

Prosa Otoñal

Pasó Abril y no me dí cuenta.
Abrir por primera vez los ojos en tus besos. Un Viernes que no hubiese valido nada, de no ser por los jazmines.
Hundirme después en tu cuerpo fue un viaje por supuesto más largo. Cargando la cifra que puede soportar cualquier tarde. Resolviendo la derivada infinita del deseo.
Sentir que puedo rendirme, inclemente, a mis imaginaciones.
Pensarte en las tardes. A la hora final del día que a veces me regala tu presencia y tu cuerpo desnudo entre las sábanas.
Y sobre todo intentar inútilmente arrancar tu nombre del espejo.
Tu sombra, obstinada como ella solamente sabe, hace que te regale una flor en sueños.

Haiku

Fría la noche.
El corazón, caliente.
Abril perfecto.

Callada compañía

Revolver tachos
de noches inmundas como el silencio.
Apago el cigarrillo.
Tomo otro trago.
Sin decir palabra.
Sonrío.
Me besás el brazo
mientras escribo esto.
Tu callada compañía
alcanza el mundo.
Sé que me mirás.
Siento tus ojos sobre mí.
Dejo de escribir.
Te adivino sonriendo
de reojo acaso.
Y te beso.

lunes, 5 de mayo de 2008

Despertar dormido

Amanece en los portones de mi barrio,
una brisa desigual de glicinas y topacios.

Flor madrugada de esperas
te fue mostrando el silencio
de una casa a lo lejos
de sentirse en otro lado.

Perderse despacio
en el color inútil
de la mañana que reverbera
a través de distantes aullidos
de gallos y perros.

Es lo mismo romper el silencio.
La gema abrupta de un grito.
La herida que sangra,
el puñal,
el precipicio.

Cierro los ojos de la noche
inmensa por tanto frío.
Para abrirlos al alba.
Para despertar dormido.

En las tardes

Cualquier atardecer de Domingo es doloroso. Ver las luces de las calles que se encienden marcando la hora casi final del crepúsculo.
Hacia el oeste, un hombre en llamas despierta otro lado del mundo.
La operación inversa del alba.
Se complican hacia el final las tardes. Y la luz eléctrica no nos alcanza para simular que sigue el día.
Hay algo que se rompe.
Algo antiguo en el corazón del hombre que indica que terminó el día.
Algo que hace sonreír o llorar según se lo encuentre.

jueves, 1 de mayo de 2008

La mujer que creía en los unicornios

1

Es increíble como cambio de nombre dijo ella y sonrió. Sonrió como quien cree en todo y a la vez no cree en nada. Me acuerdo que estaba todo lleno de niebla y la vi. Con su camperita de lana negra apurando el paso por el boulevard.
La seguí de lejos, fumando en silencio. Ignorando quién era, su nombre y su destino.
Sé que esa noche la niebla era propicia para seguir sin sentido a una mujer, en silencio, por un boulevard vacío.
Me acerqué rápido, adelantándome un poco a ella. La miré de reojo. No hubo otra mirada entre nosotros que esa perdida en la oscuridad, como sin querer. Como son las buenas miradas.

2

Pensé tantas cosas después de esa visión primera. Y entretenía mis caminatas nocturnas recordando el sonido de sus pasos.
Cerré los ojos la noche anterior.
La niebla y su silueta difusa eran la misma cosa. Confundiéndose en la tinta falsa que dibuja la memoria. Porque esta otra cosa, siempre estaba ahí al pensarla. Un ruido de moscas en el pecho.

3

Madrigal apuñalado de saber tu presencia. Mi absoluta ignorancia de tus ojos en la noche que cada vez se hacía más insoportable.
Voy divisando el alba, a lo lejos, desde los muelles se alza el sol como un gigante dormido refregándose los ojos.
Estoy amanecido de pensar tu rostro entre mis dedos. Reviviendo cada detalle de seguirte en silencio.

4

Durante mucho tiempo la ilusión y una magia para mí inalcanzables, la hicieron creer en los unicornios.
El despertar fue lento. Como el verano negándose a dar lugar a la noche. Abría los ojos vacíos de unicornios. Por primera vez. Una primera vez terrible. Porque cómo íbamos a ser capaces de justificarle el mundo? Cómo fueron todos capaces de quitarle los inexistentes unicornios?
Ella perdía la vista en los montones de hojas de otoño que se amontonaban en grandes pilas de cadáveres de la primavera última en la vereda.

5

Hubo un momento de claridad. De esa certeza de las cosas que creen ver los ojos. La incertidumbre es su única constante sin embargo.
Besos breves tamizaron la noche en la que Laura tuvo labios para ejecutar la rítmica confusa de las bocas que se cruzan, se retuercen, se pierden y se respiran.
Supongo que los dos cerraron los ojos con tanta madrugada y medianoche encima.

6

Recordar su boca después del clímax de los besos. Porque todo se convierte en recuerdos. Mal o bien, la sucesión de los días se condensa en unidades mínimas de memoria que voy perdiendo constantemente. Un loco en una feria. Por lo pronto siento que se me disuelve el papel donde dibujo mis tristes garabatos.
Una tarde entera sumergiendo mi rostro en su pelo negro, lacio, larguísimo que iba envolviendo las volutas de amor que revoloteaban por el cuarto. Mariposas de papel, desde sus labios.

7

Yo sentí el peso de la ausencia por primera vez, y me encontré cerrando la puerta en plena medianoche para hundirme en el sueño de dos guitarras que conversaban entre ellas.
Mientras, pensaba yo en si los unicornios en realidad no existen. Creo que están todos equivocados. Juraría haber visto uno en el terreno baldío que rodea la estación de trenes abandonada.