lunes, 5 de mayo de 2008

Despertar dormido

Amanece en los portones de mi barrio,
una brisa desigual de glicinas y topacios.

Flor madrugada de esperas
te fue mostrando el silencio
de una casa a lo lejos
de sentirse en otro lado.

Perderse despacio
en el color inútil
de la mañana que reverbera
a través de distantes aullidos
de gallos y perros.

Es lo mismo romper el silencio.
La gema abrupta de un grito.
La herida que sangra,
el puñal,
el precipicio.

Cierro los ojos de la noche
inmensa por tanto frío.
Para abrirlos al alba.
Para despertar dormido.

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