martes, 27 de enero de 2009

Me gustan

Tu pelo
tu frente
tus orejas
tu mentón
tu nariz
tus párpados y cejas
tus labios
tus dientes
tus mejillas
tus pómulos
tu cuello
y tus clavículas
tus hombros
tu esternón
y tus costillas
tus tetas
tus antebrazos
y tus codos
tus cúbitos
tus radios
tus muñecas
tus dedos
tus palmas
tus uñas
tus falanges y falangetas
tu cintura
tu cóccix
tus caderas
tus piernas
tus rodillas
y tu vagina
tu culo
tu clítoris
tus ovarios
tus pies
tus plantas
tus talones
tus espalda
tus pupilas
y tus pestañas.

3 Haikus

1
cerré la puerta
y te vi desnudarte
sin decir nada.

2
la noche rota,
un cántaro que cae
por la escalera.

3
almendras negras
tus ojos delineados
donde me pierdo.

jueves, 22 de enero de 2009

Las cenizas y el puñal

entonces tenés ganas
de sacar la cabeza por la ventanilla.
y el viento te arremolina el pelo.
y cada refugio compartido
se vuelve una lenta cárcel.
como las hojas partidas
de un mayo descalzo y atolondrado.
las cenizas y el puñal
la vida entera vomitada
una y otra vez
en cada boca de tormenta indiferente.
y pasan esos
que tienen la cabeza arriba de los hombros
y no entendés
por qué las flores no sonríen
y por qué el verano puede ser más triste que el invierno.

miércoles, 7 de enero de 2009

Pensé en escribir
cosas que se parecieran a esos poemas
que leímos en algún folletín inmundo.
Pero quise regalarte
el ritmo frenético
de las palabras que andan
derrapando esquinas con la luna nueva.
Y entonces me di cuenta
que están vencidos
los bancos de las plazas
y las escaleras
y los subterráneos.
Que no sirven para nada
los muelles
las tijeras
y los taburetes.
Si no es tu sonrisa
la que desdibuja las formas
y las vuelve
un poquito
más confusas.
Guardaste la llave
debajo de la alfombra.
La sombra que entra por la ventana
se extiende en tu regazo.
Las arañas suspiran de pena
que el otoño se vaya
acumulando en las veredas,
amarillas montañas secas.
Un plenilunio de silencio
entre las hojas tristes del cuaderno.
Y la botella vacía,
insolente y sola
sobre la mesa.
Cuando los ojos te digan
y las bocas te miren
y entiendas
todo el rocío
y todas las nubes.
Han de florecer guitarras
cantando madreselvas a tus manos.

lunes, 5 de enero de 2009

Que te saques la ropa
en la medida de lo posible
cuando amaina el ocaso.
Y te vuelvas así mientras respiras
ceniza tenue que descanse entre las sábanas.
Y sobre todo
inundar de besos las curvas finales de tus ojos.
Pero que veas
que no es sólo humo y aguacero lo que traigo
en los bolsillos rotos.
Y que te rías, como te reís vos
mientras chocan las copas y los planetas descalzos.