Pero sin embargo la continua ilusión de un puente de viento. Aunque que intentar si no la sonrisa estúpida y la complacencia en noches que se desgranan de horror. Hasta que un día, se dice basta. Y el puñal entra bien hondo y la satisfacción de los vendedores ambulantes es completa al observar el congreso nacional de las floristas. Y es perfecto que alguien que toca el bandoneón pueda dormirse parado, mientras la noche se disuelve en un orgasmo largo, interminable.
Como las monjas del convento de la esquina de mi pensión horrible, que se masturban violentamente con crucifijos y rosarios. Yo acecho la noche en los tejados atado a un destino de azulejos rotos. Y tal vez, siete o diez gotas de un buen beso o un completo insomnio. Y por qué no, las dos cosas.
martes, 27 de noviembre de 2007
viernes, 23 de noviembre de 2007
jueves, 22 de noviembre de 2007
Tantas ganas
La sombra ocre de una madrugada en silencio.
El latido por la superficie de tus párpados.
Los tuyos,
o los quién-sabe-otros qué párpados.
Horadar con la nariz la ceniza de una flor
sin respirar un pétalo hecho polvo.
Y suscitar la más profunda tristeza
de un mimo sordomudo en la parada del colectivo.
Pero tantas ganas de volverme viento esta noche.
El latido por la superficie de tus párpados.
Los tuyos,
o los quién-sabe-otros qué párpados.
Horadar con la nariz la ceniza de una flor
sin respirar un pétalo hecho polvo.
Y suscitar la más profunda tristeza
de un mimo sordomudo en la parada del colectivo.
Pero tantas ganas de volverme viento esta noche.
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