martes, 25 de noviembre de 2008

Los mosquitos

Fabián había bajado por la calle que llevaba al puerto esa noche. Hasta hace poco, el río había estado muy alto. Esto, sumado al calor, hacía que la cantidad de mosquitos fuera realmente considerable. No había ningún lugar de la ciudad. Ningún patio ausente de este flagelo cotidiano.
La luna flotaba amarilla en el cielo a esa hora. Las flores inundaban un Noviembre partido de brisas ausentes y de miradas que se pierden lejos buscando un remolino por las glicinas.
Y sobre todo, la certeza del final del año. Del final de la vida. Los pensamientos que persiguen como la sombra inefable de un sueño.

No era ajeno a esas cosas quien bajaba ahora las escaleras del puerto. Y se acercaba al borde del muelle a mirar el agua.
El ruido de algunas noches es a veces tranquilizador. Las hojas sacudidas por un viento tenue. El cigarrillo en la mano derecha, y entonces, una colilla atraviesa el espacio rauda.
El círculo del humo se ha cumplido.

Afuera estaba muy bien. Siempre las veredas van dibujando frases y se posan en los labios y en los ojos párrafos enteros que nos veda la consciencia.
Había visto. Había olido. Había hundido las manos en mirarla. Ella desviaba la vista de pronto. La volvía a mirar. Sonreían. No importaba qué fuera lo que él quería decir. Ya era tarde. Para siempre.
Cuando entonces abrieron la puerta. Y el verano les reventó en la cara como una bomba de tiempo

Los mosquitos hacen siempre un buen trabajo - le dije.
Sí, a veces soy como los mosquitos - respondió.
La miré mientras se alejaba.
Eso fue todo.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Heridas en las sillas

A R. que me hizo extenderlo
Son vorágines,
fuegos fatuos,
racimos
de realidad absurda.
Entra por la rejilla del baño,
nadie sabe.
Hay heridas en las sillas
que desangran las palabras.
Y hay olor a muerte rondando mi ventana.
Esta noche,
se sumergen mis palabras en las alas de una mariposa negra.
Por cada beso partido,
por cada vez que una baldosa me dijo algo.
Y no quise escuchar
la queja inútil de mis pasos por la calle.
Solamente pude dejar de mirar tu sombra
en cada espejo, en cada esquina.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un día normal (Canción)

Me levanto en la mañana
es un día normal.
Afuera en la avenida
el ruido y la ciudad.
No tengo ya mi cuerpo
sino alas de cristal.
Las sombras ya se han ido
no sé adónde andarán.

Y dejé atrás
los edificios.
Y pierdo los prejuicios.

Pasan oficinistas
con traje y celular,
los miro con envidia,
saben adónde van.
Los días y las horas
las paso sin pensar.
El tiempo se me escapa
hacia ningún lugar.
Después termino el día,
me voy a descansar
pensando que mañana
será un día normal.

Y dejé atrás
los edificios.
Y pierdo los prejuicios.

Vidalita del litoral

Vidalita linda del litoral
ya ha llegado el tiempo.
Para que me digas vidalitay
dónde se va el viento.

Vidalita linda del litoral
que me estás trayendo
lo que el gaucho piensa vidalitay
yo quiero ir sintiendo.

Vidalita linda del litoral
cuando me haya muerto
tirame al río vidalitay
junto a tus lamentos.

Vidalita linda del litoral
yo te llevo adentro
clavada en el pecho vidalitay
junto a mi silencio.