Me levanto en la mañana
es un día normal.
Afuera en la avenida
el ruido y la ciudad.
No tengo ya mi cuerpo
sino alas de cristal.
Las sombras ya se han ido
no sé adónde andarán.
Y dejé atrás
los edificios.
Y pierdo los prejuicios.
Pasan oficinistas
con traje y celular,
los miro con envidia,
saben adónde van.
Los días y las horas
las paso sin pensar.
El tiempo se me escapa
hacia ningún lugar.
Después termino el día,
me voy a descansar
pensando que mañana
será un día normal.
Y dejé atrás
los edificios.
Y pierdo los prejuicios.
domingo, 2 de noviembre de 2008
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