lunes, 5 de mayo de 2008

En las tardes

Cualquier atardecer de Domingo es doloroso. Ver las luces de las calles que se encienden marcando la hora casi final del crepúsculo.
Hacia el oeste, un hombre en llamas despierta otro lado del mundo.
La operación inversa del alba.
Se complican hacia el final las tardes. Y la luz eléctrica no nos alcanza para simular que sigue el día.
Hay algo que se rompe.
Algo antiguo en el corazón del hombre que indica que terminó el día.
Algo que hace sonreír o llorar según se lo encuentre.

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