De repente el tiempo nos ha oído quejarnos de asco. Y aborrecimos cuanto puede caber en un frasco.
Qué deriva inútil no morir por un abrazo. O quedarse de pie y decir que no va más. Yo me bajo en la próxima, me tiro del tren, toco el timbre del colectivo y me robo una cartera.
Y
pienso
pienso tanto que me detengo a no pensar por momentos
Cierro los ojos. La noche se cierra sobre mí. Eso es todo
miércoles, 27 de junio de 2007
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