Una utilidad indeseable, pero de la cual se han hecho tácitos acreedores.
“La vida sigue pasando” me dijiste anoche, y tal vez, sólo tal vez, recuerde siempre esas palabras.
Ayer, tuvieron el peso de una sentencia. Dijiste tanto en tan poco… Siempre se te escapan las palabras como un tren que se descarrilla.
Sé que volveré a los libros, a escribir, a emborracharme, a mirar el cielo, a dar otros besos.
Habrá sido todo como despertar de un sueño, y quizá eso sea exactamente lo que te ocurrió. Despertaste.
Despertaste a una realidad terrible y ficticia, y en esa realidad ya no era tiempo de verte, ni de tu sonrisa en mis ojos.
Siempre pasa, pasa, sigue pasando.
Un día, igualito al de hoy. Abrí los ojos. Me di cuenta que estaba solo.
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