viernes, 25 de julio de 2008

Silencio

Me vuelvo vanamente invisible.
Recorro miasmas de ciudad,
las luces se escurren de los dedos.
Las sombras en los tejados
me recuerdan la luna inmunda
gravitando sobre mi cabeza.
El aire tiene gusto a madreselva.
Aspiro la noche como un desesperado
dejando mi piel por las veredas.
No sonríen las ventanas,
negras están en las cornisas del barrio.
Áspero silencio que viene
con el humo de mi cigarro.
A lo lejos un auto,
su ronroneo inútil a la distancia.
Voy desembarcando de mí mismo
en la penumbra, despacio.

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