Tendría que tirar
la vajilla por la ventana
y que sean tus ojos
dos gotas de cálido cemento
Y sea tu cuerpo un laberinto
de huesos tercos
y carnes sigilosas.
Como podría ignorar
la ciencia oculta del silencio
y de tus besos?
Sin acaso vivir
del olor a musgo vencido
que te olvidaste
alguna vez, en un libro.
miércoles, 30 de julio de 2008
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