La tarde me devuelve una imagen como un espejo.
Me paro de pronto en el balcón y enciendo un cigarrillo.
Pierdo la vista hacia el oeste.
Las últimas luces.
Las últimas pestañas encendidas de la tarde como un fuego terrible.
Arrasa el crepúsculo el recuerdo de tu sexo.
Verte dormida ahí tan cerca como una estatua antigua.
Yo miraba de a ratos, como sin querer.
Ahora estoy solo, pensando tus labios.
Con todo el tiempo entre esta noche y mañana por delante.
miércoles, 30 de abril de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
que lindo que lindo que lindo el amor.
Publicar un comentario