Como la plaza sin árboles
como el desengaño de un jazmín del país
frente a la primavera.
El ciego resplandor de la tarde
se va amontonando despacio
en grupos aislados de luz y sombra.
El reloj de la plaza
está cubierto de pétalos con forma de pestaña.
Por la grieta de la puerta
el crepúsculo.
Diminutos rayos de un sol que agoniza.
Y hay un perfume de magnolias
colgando del tendedero
donde chorrea un vómito negro de agua sucia.
lunes, 15 de septiembre de 2008
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