lunes, 24 de septiembre de 2007

Vomitar el cielo

Me limita la mentira de la tarde.
La permanente sensación
de día nublado.
Como una escafandra empañada.
Estar en silencio,
mirando una nube
vomitar el cielo
por horror y llanto.

Tal vez un ocaso

¿Por qué reconciliarse con avenidas de un brillo inútil?
Y repetir con tanta facilidad
el gusto del olvido
y el olor a sombra.
Pensar por pensar
y sin detenerse.
Una tarde, vencida
cerraste los ojos.
Sin darle rienda suelta
al asco
de una madrugada triste
o tal vez
un ocaso.

Horas del mundo

Cuánto tiempo que carga la noche.
Herida de silencio
y de relojes.
Pero cuántas noches
hay en el tiempo
de un devenir absurdo
o de la quinta pata
de un gato imposible.
Aunque sea,
tratar de ser capaz de algo.
O simplemente
quedar callado,
mientras las horas del mundo
pasan despacio.

jueves, 20 de septiembre de 2007

El asesino

Esta noche han matado un hombre.
El gusto a muerte de tu boca
lo demuestra.

Multitudes de golondrinas degeneradas
hacen una procesión sin rumbo fijo.

Y ya los más osados maniquíes
emprenden la retirada a las trincheras.

Pero qué descaro es aquél que impulsa
a los plazeros en contra de los canillitas ?

Esta noche sin duda han matado un hombre,
yo soy el muerto, mi otro:
el asesino.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Como si las cosas

Otra vez el mismo miedo. Y habiendo una sólo algo por hacer. Como si las cosas fueran a ponerse de otro modo. Y ya no fuera igual escuchar los pájaros una mañana de lunes con un vaso de Gancia y un cigarrillo.
Pero había otros lunes.
Y otra ansia.
Y el terror innegable de la sucesión. Lo repetido.
Puestos a ver, que ella dormía. Y alguna otra también dormía. Pero él no. Tenía los ojos abiertos. ¿Hasta cuándo?
Hasta que fuera preciso cerrarlos.
Era demasiado temprano. O tarde, según se viera.
Y solamente había que cerrar los ojos.
Tener que dormir después de tanto tiempo.
Acaso una renuncia a la vigilia tampoco valía la pena a esas horas.
Nunca lo sabremos.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Una tarde lenta

Envidio la particular circunstancia
de volverse imprescindible.
La propiedad inaudita de dejarme ver.
De sonreír en el espejo.
De evitar las enumeraciones.
Los silencios,
la contradicción.
Construir tal vez,
una limosna falsa
y poder llorar a gritos
en el funeral de un hombre que no ha muerto.
Tanto tiempo y escaleras
que atravesé dormido
o demasiado despierto.
Sólo concurrir a mi sombra:
una tarde lenta
apagarme despacio.

Tres tristes tigres

1

Como se pudiera no pensar.
Decirse al oído algunas cosas.
O simular haber ganado la lotería con un boleto que nunca compramos.
Y siempre, siempre,
poder repetir lo mismo
y no suene a falso,cansado,
inútil.

Pero que haya bastante tiempo.
Para romper un espejo.
Para pedir un tenedor.
Y sobre todo,
para volverse equilibrista
del peor circo que se encuentre.

2

Yo no quisiera que se riera
la mueca horrible de la noche
sobre mi espalda.
Ni que me despierte la bocina
de un último modelo de los años cincuenta.

3

Resolvería el mismo crucigrama dos veces.
Dos
tazas
de
café.
Dos ceniceros
que rebalsan de colillas
como moscas muertas.

(Elija el próximo verso)
1. en salsa de silencio.
2. en una ensalada de papas.
3. en la Recoleta.
4. en el medio de un banco.
5. en mitad de la tarde espesa.

o en el baño.