Otra vez el mismo miedo. Y habiendo una sólo algo por hacer. Como si las cosas fueran a ponerse de otro modo. Y ya no fuera igual escuchar los pájaros una mañana de lunes con un vaso de Gancia y un cigarrillo.
Pero había otros lunes.
Y otra ansia.
Y el terror innegable de la sucesión. Lo repetido.
Puestos a ver, que ella dormía. Y alguna otra también dormía. Pero él no. Tenía los ojos abiertos. ¿Hasta cuándo?
Hasta que fuera preciso cerrarlos.
Era demasiado temprano. O tarde, según se viera.
Y solamente había que cerrar los ojos.
Tener que dormir después de tanto tiempo.
Acaso una renuncia a la vigilia tampoco valía la pena a esas horas.
Nunca lo sabremos.
lunes, 10 de septiembre de 2007
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1 comentario:
Quizás lo inaceptable de los domingos es el hecho de saber que inevitablemente luego de que las agujas den dos vueltas al reloj viene un lunes...
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