jueves, 30 de octubre de 2008

Señal inequívoca

Desafío la tristeza de los naranjos a la orilla del verano,
y soy como un muro vacío de cal y de revoque.
Entre tanto se aglutinan las nubes
en círculos concéntricos de ráfagas de lluvia.
Reloj devenido en fantasma,
sepulturero de las formas.
Amortecida la sonrisa de tus labios,
sirena fatal de lengua endurecida.
Las pupilas se estiran al compás de mis pasos.
Con letra despareja
veo trazado tu nombre,
señal inequívoca de que partiste en la niebla.

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